La nueva película de la dupla conformada por Martin Farina y Mercedes Arias intenta reconstruir la historia del joven actor Nicolás Barsoff y la relación con sus antepasados, a quienes nunca conoció.
Nicolás Barsoff, amigo de los directores, salva un montón de rollos de películas familiares antes de que su padre Andrei los tire a la basura. A partir de este archivo de incalculable valor, se narrará la historia de Nicolás, este niño oscuro cuyos antepasados lo atormentan como sombras.
La narración irá explicando aquellas fantasmales imágenes de los abuelos de Nicolás, detrás de las que se esconde parte de la oscuridad mencionada en el título: por el lado materno, un hombre de ascendencia austríaca vinculado al almirante Massera durante la última dictadura militar; por el lado paterno, un desaparecido del régimen estalinista forzado a trabajar en un gulag. Dos caras totalmente opuestas al interior del árbol genealógico del protagonista, que remiten a los episodios más oscuros de la historia reciente.
Mientras tanto, en el presente, Barsoff decide realizar un ritual en el que le inyectan kambó (un potente veneno presente en una rana amazónica de igual nombre). La secuencia, en la que el cuerpo de Nicolás sufre quemaduras y experimenta nauseas, funciona como exorcismo de ese pasado incierto que se manifiesta en forma de pesadillas.
En cuanto al montaje, Farina experimenta articulando inquietantes imágenes europeas de primera mitad del siglo XX, con grabaciones caseras de la infancia y juventud de su amigo Nicolás. Además, usa fotografías, documentos, capturas de Google Maps, e incluye de manera acertada una lúgubre banda sonora y un hit de los ’80, al compás del cual el Nicolas niño baila. La mesa de edición del film también se revela, y podemos ver a Farina y Barsoff interactuar y reflexionar sobre la forma correcta de empalmar los distintos clips.