La opera prima de Shane Atkinson despliega una comedia negra en un pueblo de Estados Unidos. La película es, también, una muy buena muestra del cine independiente en ese país. Esta es la crítica de “LaRoy”, de Shane Atkinson.
Una trama sólida
Ray (John Magaro) es una de esas personas que pasan la línea de buenas al punto de ser ingenuas con la vida, su vida y las decisiones que toma. Junior (Matthew del Negro), su propio hermano, aprovecha esta forma de ser y lo estafa. No solo le roba plata, sino también arranca una relación con su esposa Stacy-Lynn (Megan Stevenson).
Negando el final de su matrimonio, Ray quiere cumplir el deseo de Stacy siguiendo una vieja ilusión de las novelas televisivas: si consigue el dinero para el centro de belleza que su esposa quiere abrir, ella valorará por sobre todas las cosas ese esfuerzo y volverá a la relación como si nada. En este punto es donde aparece Skip (Steven Zahn), un novato detective privado que no para de recibir bromas por parte de la policía local y sueña con ser el nuevo Sherlock Holmes de Texas.

Cegado en su propósito, y de la nada, sucede una situación que desencadenará consecuencias y, también, el final de la película. Esta “situación” no es más que un gag repetido en varios momentos de la película y responde, genéricamente, a esos títulos de Hollywood que tan bien logran que no nos preguntemos nada de lo que estamos viendo.
Pero ¿cuál es esta situación? Ray está esperando en el estacionamiento de un hotel alojamiento. De repente, se sube a su auto un desconocido (Brannon Cross) y le pide que asesine a un tal James Barlow (Vic Browder). Le da una bolsa llena de dinero y se va. Esta confusión con haberle pedido a Ray tal misión y no a Harry (Dylan Baker), el verdadero asesino, hará que los busque por todo el pueblo hasta cobrar su deuda.
“Pueblo chico, infierno grande”
Así las cosas “LaRoy” nos muestra a Texas desde otro lente. No es el de los vaqueros y el desierto. Tampoco es el de los lugares comunes del cine industrial. El director, con creces, se distancia de la masividad y se da el lujo de hacer chistes hasta de las “buddy movies” (cuando, en su desesperación por triunfar, Skip asume que Ray es su pareja de trabajo; similar a “Bad Boys” o “Miami Vice”).

El policial, el western y la comedia negra se dan cita en la opera prima de Atkinson. Asimismo es una película que redime a sus personajes. Así como Skip se encontrará con el tan ansiado inicio de “su carrera”, Stacy-Lynn asumirá las consecuencias de sus decisiones y, por supuesto, Ray entenderá que en la vida no hay días fáciles. En conclusión, otro film de necesario visado en este 38° Mar del Plata Film Festival.