El regreso de Amy Adams como la risueña Giselle y el mundo fantástico de Andalasia protagonizan la segunda parte de ‘Encantada’ (2007). El film, planificado en 2010, recién fue confirmado en el año de la pandemia para estrenarse en la pantalla dueña de los derechos del ratón más famoso del mundo. Esta es la crítica de ‘Desencantada’, disponible en Disney+.
La trama
La historia transcurre 10 años después de ‘Encantada’. Giselle y Robert (Patrick Dempsey) ahora son padres de una pequeña niña, y Morgan (Gabriella Baldacchino), la hija de Robert, ya es una adolescente que no le fascinan más los cuentos de hadas y princesas.
La vida en New York ya perdió su “encanto”, entonces la familia decide mudarse a un pueblo lejos de la ruidosa ciudad. Morgan no está feliz con esta decisión, ya que debe cambiar de escuela, pero tampoco parece estarlo Robert, quien debe tomar un tren cada día para volver a su despacho de abogados a trabajar.
Un día reciben la visita de Edward (James Marsden) y Nancy (Idina Menzel), los reyes de Andalasia. Ellos le obsequian una varita mágica que concede deseos. Como la relación de madre-hija no está funcionando bien, Giselle decide usarla pero lo que pide no resulta como ella cree.

El problema de la secuela
La propuesta de enfocarse en esta segunda parte en la relación de Giselle, madre primeriza, con una hijastra adolescente en un nuevo hogar, es acertada. La historia tiene todos los elementos para crear momentos delirantes, pero se desdibuja el rumbo y el mensaje final no queda claro.
El problema con la secuela es que no logra lo que propuso su antecesora: una crítica y puesta en cuestión de los clichés de los cuentos de hadas y su contraste con la vida real.
Es una película entretenida, pero con una trama forzada e infantil, con un exceso de canciones y elementos mágicos. Seguimos tarareando al día de hoy los números musicales de ‘Encantada’, pero estamos desencantados con las nuevas canciones que suenan en momentos poco orgánicos.

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Las interpretaciones
Amy Adams te hipnotiza con su presencia cada vez que aparece en pantalla. El papel de Giselle lo interpreta magníficamente como si no hubieran pasado los años. En cambio, Patrick Dempsey no realiza ningún aporte para que avance la trama o evolucione su personaje. Por otro lado, agradecemos que Idina Menzel (la voz de Elsa en ‘Frozen’ – 2013) tenga su propia canción. Su talento fue desperdiciado en la anterior película y aquí tiene su revancha. Otro personaje masculino que sobró en la historia fue James Marsden como el príncipe Edward, aunque fue divertido volver a verlo.

Los personajes secundarios
En esta secuela se suman demasiados personajes secundarios caricaturizados y no destaca ninguno. En la anterior película Nathaniel (Timothy Spall – ‘Harry Potter y el prisionero de Azkaban’ – 2004), el fiel sirviente de la reina malvada, tenía una subtrama interesante y las escenas con el príncipe Edward eran cómicas. Aquí las secuaces de la nueva reina no causan gracia. La misma “villana” (Maya Rudolph) pasa desapercibida y solo la colocan como antagonista por breves momentos. No tiene un motivo sólido para enfrentarse a Giselle.

Explotación de la nostalgia
Disney sigue atrayendo nuestra atención a sus producciones con la explotación de la nostalgia, pero se olvida de crear guiones que igualen o superen a sus antecesoras. No es suficiente traer de regreso a las estrellas protagónicas de las películas de nuestra infancia. Urge la busqueda de calidad por sobre la cantidad y preocupa el futuro de Disney fuera de las franquicias de Marvel y Star Wars.
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