Crítica de “Búfalo”, de Nicanor Loreti

Con “Maravilla” Martínez como Alejandro “Búfalo” Ortíz, la superación personal es parte de la selección oficial del 37° Mar del Plata Film Festival. Esta es la crítica de “Búfalo”, de Nicanor Loreti.

Otra vez en el conurbano. De vuelta en la provincia. Nuevamente en los márgenes. Nicanor Loreti dice presente en la Competición Argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Sin ser una rigurosa biopic, pero sí respetando ese espíritu de los luchadores de MMA, la proyección de “Búfalo” cumple con las demandas de un film que, literal, lo da todo hasta el final.

El personaje encarnado por Sergio “Maravilla” Martínez (segunda aparición cinematográfica del boxeador, siendo su primera ‘Pistolero’, allá por 2019) es superación constante. Y en este sentido es que decimos que el film se entrega completamente a su personaje. “Búfalo” después de pasar tres años en la cárcel quiere cambiar su vida. Y no podrá hacerlo mientras que “el Tano” exista, haciendo realidad ese dicho popular que hemos escuchado tantas veces de nuestros padres: “Quien mal anda, mal acaba”.

Víví el 37° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con nuestra cobertura especial.

El Tano, así, es el límite de Búfalo. Hacer lo correcto obligará al Alejandro Ortiz del guión escrito por Lourdes Prado Méndez recorrer los lugares típicos de un personaje que realmente sabe lo que es tocar fondo. Así, la decisión de Búfalo es aquella gobernada por el arrepentimiento. O, como Gustavo Cerati supo cantar alguna vez: un viaje hacia la redención.

Darlo todo, hasta el final

Reconstruir la relación con su hijo Mateo es la prioridad, por eso acepta un trabajo en un frigorífico. La paga es paupérrima pero en un diálogo sostiene que “está ahí para hacer las cosas bien”. La vida en este orden de las cosas no durará mucho y Búfalo, un poco forzado al inicio pero decidido con el avance del metraje, volverá a las peleas de MMA hasta ser campeón.

En el medio, lo cinematográfico. Destacan las referencias al ‘Club de la Pelea’ y a ‘Rocky’, el trabajo de fotografía, la paleta de colores elegida y una, a nuestra consideración, buena constante en los films de Loreti: el sonido. El viaje hacia la redención de Alejandro Ortiz será predecible, aunque no por eso aburrido. Los planos cerrados dictarán sentencia adentro de la jaula. Habrá sangre, sudor y lágrimas. Pero, como todo héroe por nacer, el protagonista en la piel de “Maravilla” Martínez vencerá todas las adversidades hasta lograr el mayor de los premios: que su hijo se sienta orgulloso de él.

En conclusión, “Búfalo” es una película que, sin sobresaltos estéticos, cumple. Nicanor Loreti muestra sus credenciales por novena vez para explicarnos en noventa minutos una presencia necesaria en la Competencia Argentina de este 37° Mar del Plata Film Festival.

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