La reconstrucción de los lazos famliares y sociales forma parte de un interés recurrente en los asuntos humanos más íntimos que, sin duda, no se le escapan al cine. Esta es la crítica de “El visitante”, de Martin Boulocq.
En la Competencia Latinoamericana del 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se hizo presente “El visitante” del director Martín Boulocq. En 2015 dirigió su primer largometraje llamado Lo más bonito y mis mejores años, el cual formó parte de los festivales de San Sebastián y Locarno, entre otros.
La película: márgenes y culpas
En la costa argentina desembarca esta historia sobre un ex presidiario religioso y fanático de la ópera que, luego de muchos años de cárcel, intenta recuperar el vínculo con su hija adolescente.
Ella vive ahora con sus abuelos maternos. Dos pastores adinerados que harán todo lo posible por “cuidarla” (o alejarla) de su padre, ya que lo relacionan con la muerte por depresión que sufría su hija, ex pareja de Humberto. Además, por ser un ex convicto pobre y con problemas de alcohol en el pasado.
La muerte de esta madre es un hecho cuyos detalles quedan por fuera de la narración pero que no deja de ser determinante en esta historia.

Protagonizada por Enrique Aráoz como Humberto y por Svet Ailyn Mena como Aleída; padre e hija.
El actor uruguayo César Troncoso y la actriz argentina Mirella Pascual interpretan a este matrimonio de pastores que utilizan el poder económico y legal para culpabilizar a Humberto hasta de lo que no le corresponde para así “proteger” a su nieta.
Esta película está construída con un cuidadoso clima y paisajes de amplia apertura, para reforzar cierta incertidumbre ante el futuro de ambas familias. Se grabó en su gran mayoría en exteriores, con contrastes entre la ciudad (donde vive Aleída con sus abuelos) y sus márgenes (donde vive Humberto con su madre).
Víví el 37° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con nuestra cobertura especial.
Las gamas de colores varían entre ambos escenarios, variando entre cálidos, más vinculados con el hogar humilde y alegre que el protagonista reconstruir con su hija y la frialdad del dinero y poder que tienen los abuelos maternos.
Tensión final
Otra vez, como sucedía en el caso de As Bestas, las responsabilidades humanas se vuelven pesadas de asumir y un ex convicto es quien tiene que cargar con la mayoría aunque sus ex suegros no resuelvan las propias en relación a la muerte de su propia hija.
Humberto se convierte en el visitante, en quien es obligado a visitar a su hija adolescente bajo normas que no puede discutir. Luego de una situación que ausenta a Aleída por unas horas de su casa, la familia materna busca y obtiene una restricción por seis meses hacia su padre.

Se transforma, entonces, en un ser humano forzado a vivir en una cárcel diferente: la discriminación junto con la injustica.